JOSÉ DE DIEGO (1867 – 1918)


José de Diego se le considera una de las figuras antillanas más destacadas del siglo XX. Hombre polifacético, fue poeta, ensayista, jurista y político. Cursó los estudios primarios en Mayagüez, Puerto Rico, para luego seguir sus estudios universitarios en Logroño, España. En 1891 se trasladó a la Universidad de la Habana, Cuba, donde recibió la licenciatura en Derecho. Un año después se recibió de doctor en derecho. Mientras estudiaba en España, a causa de ciertos poemas de contenido revolucionario, fue puesto en la cárcel. Muchos de sus poemas eran precisamente de contenido político contra España, dada la situación de las últimas colonias en América, especialmente de Puerto Rico y Cuba. También tiene poemas de contenido religioso.


Debido a su espíritu patriótico, estuvo involucrado algún tiempo en asuntos políticos de su país. Una de sus más grandes luchas, y a su vez gran anhelo, fue el ideal de la independencia para Puerto Rico. Además de su éxito como abogado, ocupó varios puestos gubernamentales en la Isla.


Como literato, José de Diego se distinguió por el pujante contenido de su obra poética. En cuanto a su estética, esta comienza con el decadente Romanticismo, haciendo incursiones en el Pre-modernismo, pero fue, sobre todo, un buen representante del realismo. Un poema de corte romántico lo hizo famoso en la Isla, dicho poema fue: “Elegía a Laura".


La crítica divide su obra poética en cuatro partes: Tiempo de Jovillos, Tiempo de Pomarrosas, Tiempo de Rebeldía y Tiempo de las Parábolas, que corresponden a cuatro momentos de su producción poética.


A continuación uno de sus más hermosos poemas “En la brecha”. Inspirado en la lucha por los ideales, no importa cuales sean éstos.


"En la brecha"


¡Ah desgraciado si el dolor te abate,


si el cansancio tus miembros entumece!


Haz como el árbol seco: reverdece


y como el germen enterrado: late.


Resurge, alienta, grita, anda, combate,


vibra, ondula, retruena, resplandece...




Haz como el río con la lluvia: ¡crece!


Y como el mar contra la roca: ¡bate!


De la tormenta al iracundo empuje,


no has de balar, como el cordero triste,


sino rugir, como la fiera ruge.


¡Levántate!, ¡revuélvete!, ¡resiste!


Haz como el toro acorralado: ¡muge!


O como el toro que no muge: ¡embiste!
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